Bucarest (Rumanía), 28 sep (EFE).- (Imagen: Marcel Gascón) Un espeluznante muñeco de Drácula a tamaño natural. Chillonas ropas de cama. Uniformes, carteles y reliquias de la dictadura comunista. Todo eso se mezcla en una confusa colección cuyo elemento común es lo hortera. Estamos en el Museo del Kitsch de Bucarest.